Dios guió a las almas sedientas a la fuente del agua de la vida.

Apocalipsis 7:15-17 "Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos."

Cuando el Cordero se convierte en nuestro pastor y nos guía a la fuente del agua de la vida, enjuga todas nuestras lágrimas.

Apocalipsis 21:2-4 "Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron."

Dios mismo está con nosotros y enjuga cada lágrima.

Entonces, necesitamos saber quién es el Dios que está con nosotros, la fuente del agua de vida.

Zacarías 14:8 "Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno."

Gálatas 4:26 "Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre."

La Jerusalén, de donde brota agua viva, es la fuentes de aguas vivas.
Y esta Jerusalén es nuestra Madre.
Dios Padre condujo a todas las almas sedientas a Jerusalén Madre, fuente del agua de la vida.
Y ella lavó todas nuestras lágrimas que fueron conducidas a la Madre celestial, la fuente del agua de la vida.

Damos infinitas gracias y gloria a la Madre celestial, que nos da el agua de la vida que fluye sin cesar para suplirnos de una fuerza espiritual que nunca se agota.