Josué y Caleb, que caminaron por el camino del desierto hace 3500 años, no se detuvieron en conocer a Dios, sino que lo amaron. Debido a que el Dios amoroso está en mi corazón, no me aburrí a pesar de que caminé por el camino en el desierto estéril durante 40 años. Todo lo que Dios mandaba, lo cumplía felizmente, y todo lo que Dios decía, tenía prioridad sobre las palabras de los demás. Como resultado obtuvieron Canaán, una tierra que mana leche y miel.

Nuestra fe mientras caminamos con el Espíritu y la Esposa en esta era también debería ser así. Aunque a veces haya dificultades, demos gracias a Dios Elohim y creemos siempre un tiempo de fe lleno de paz y alegría. Evangelicemos con alegría, escudriñemos la Palabra con alegría, oremos con alegría, compartamos con alegría el amor fraterno, y hagamos una Sion como la profetizada, donde el sonido del júbilo y el canto nunca cesen (Is 51:3). Espero que se conviertan en miembros de la familia de Sion que puedan alcanzar plenamente el eterno reino de los cielos mientras graban la gran voluntad de Dios de amar a Dios en su corazón y amar a Dios con todo su corazón, alma y mente.