La Biblia enfatiza repetidamente que el evangelismo no proviene de la sabiduría mundana. El evangelio nunca es algo que se pueda transmitir con talento humano. No es porque los métodos individuales de evangelización sean excelentes, sino que el ferviente deseo de llevar aunque sea una sola alma al cielo da fruto.

El pensamiento de que no puedo evangelizar porque me falta viene de no confiar plenamente en Dios que me permite dar fruto. El fruto no es lo que doy, es un regalo de Dios. El Apóstol Pablo también se dio cuenta de esto y actuó de acuerdo a la gracia de Dios y predicó el evangelio, guiando a muchas almas a la verdad, por lo que ha sido reconocido como el mejor evangelista hasta el momento.

Por lo tanto, cuando predicamos el evangelio, no debemos confiar en la sabiduría de las palabras y solo hacer lo que la Biblia nos enseña. Si lo dejas solo, podrás cosechar frutos preciosos si predicas con un corazón sincero que quieres conocer el amor de Dios y anunciar las buenas nuevas a las pobres almas que no pueden escapar del castigo eterno por sus pecados.

Somos hijos de Dios. Los hijos de Dios, que fueron creados a imagen de Dios, no llevan una vida cómoda de fe, solo buscan la seguridad de sus propias almas. Cuando veo las almas que descuidan la noticia de la salvación, es difícil quedarse quieto, como lo hizo el profeta Jeremías. El carácter que no puede perdurar si no se predica el evangelio es porque se parece a Dios.
No hay padre que no haga retroceder a sus hijos que van por mal camino cuando sabe cuáles serán las consecuencias si se quedan solos. Este es el corazón del Padre y la Madre celestiales, los padres de nuestras almas. Necesitamos pensar por qué el Dios más noble caminó en silencio por el camino incluso cuando sufrió penalidades hasta que su cuerpo fue dañado.
Si nos acercamos al evangelio con la mentalidad de que salvar un alma es salvar al mundo, creemos que el resto de la obra del evangelio seguramente procederá con gracia. En primer lugar, hagamos nuestro mejor esfuerzo para que las almas que nos rodean puedan escuchar la palabra de Dios. Espero que se conviertan en miembros de la familia de Sion que den mucho fruto al participar en el evangelismo con una mentalidad hermosa que impresionará a Dios.