Dios guía a las almas moribundas a la fuente del agua de la vida, que es la Madre celestial.

A fin de que nunca tengamos hambre ni sed, y etremos en el eterno reino de los cielos, de todo modo debemos ser amados por la Madre celestial en esta última época.

Me siento orgulloso de que la Madre Jerusalén, que es la fuente del agua de la vida, viva conmigo en Sion.

Sólo los hijos de la Madre Celestial pueden obtener la vida eterna que Dios nos ha prometido. Por lo tanto, es para testificar que los santos que recibirán la salvación al final son aquellos que guardan los mandamientos de Dios como hijos de la Madre y mantienen la fe en el Padre y la Madre celestiales. Convirtámonos en hijos que siguen a la Madre Celestial, fuente del agua de vida, hasta el final.

Como el ejemplo de la familia de Abraham, no todos los hijos son herederos. Los que nacieron según la promesa de Dios son hijos de promesa como Isaac. Recibimos la promesa de Dios a través de la Madre Celestial. Doy muchas gracias a Dios Elohim.

Un niño no puede nacer sin una madre. Asimismo, no podemos obtener la vida eterna y, en consecuencia, no podemos ir al cielo sin pasar por Dios Madre.

Somos hijos de Dios Padre y Dios Madre. En otras palabras, Dios es nuestros padres.
Doy gracias a Dios Elohim por darnos la bendición de la salvación y la vida eterna.

Dios Madre da la vida eterna. Creamos en Dios Madre y seamos hijos bendecidos con la vida eterna.

Dios nos ha revelado el secreto de la vida eterna. Esa es la madre espiritual. Así como nacimos de nuestras madres, nuestras almas también son iguales.

Estoy tan feliz de poder creer y seguir a la Madre Celestial, quien nos da la vida eterna que Dios nos prometió.
Como los apóstoles que aceptaron a Jesús y recibieron la bendición del agua de la vida, creamos y sigamos hasta el final a la Madre Celestial que nos da el agua de la vida gratuitamente en estos últimos días.

Estoy feliz de encontrarme con la Madre Celestial que da la vida eterna.