Los israelitas, liberados por la gracia de Dios de la esclavitud en Egipto, comenzaron a vivir en el desierto hacia Canaán.
Los israelitas, que tuvieron que retroceder mucho alrededor de la tierra de Edom, se quejaron contra Dios y Moisés.
Entonces Dios envió serpientes ardientes para morderlos y matarlos.
La gente se arrepintió nuevamente de Dios, y Dios les mostró cómo vivir.
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta, y toda la gente que miró a la serpiente de bronce vivió de acuerdo con la palabra de Dios: "Todo el que es mordido, si la ve, vivirá".
Como resultado, los israelitas adoraron a la serpiente de bronce durante 800 años, y el rey Ezequías rompió la serpiente de bronce durante la Reforma y la llamó Nehushdan, es decir, una pieza de bronce.

La Biblia dice que la historia de Moisés sosteniendo la serpiente en el desierto es un patrón y una sombra de la crucifixión de Jesús.

Jn 3: 14-15 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

No fue la serpiente de bronce lo que salvó a los israelitas del desierto, sino la palabra de Dios.
Sin embargo, no se dieron cuenta de que adoraron a la serpiente de bronce, que no era más que una pieza de bronce, durante mucho tiempo.

Asimismo, es por la sangre de Jesús, no por la cruz, que recibimos la vida eterna a través de la crucifixión de Jesús.
En lugar de erigir una cruz que es solo un trozo de madera, debemos guardar la Pascua del Nuevo Pacto establecida por la sangre de Jesús.