Nuestro objetivo en la vida es regresar al eterno reino de los cielos.
Anhelando ese día, caminaré diligentemente por el camino de la fe.

Debe haber una meta en la vida, pero en última instancia, la meta de la vida espiritual es más importante. La meta de nuestra vida religiosa es la salvación de nuestras almas. Para lograr esta meta, espero que todos guardemos todos los mandamientos de Dios del nuevo pacto y mantengamos la fe en el Espíritu Santo y la Esposa hasta el final, que conduce a la salvación de nuestras almas.

La Biblia nos dice que nuestra fe finalmente conduce a la salvación de nuestras almas.
El objetivo de nuestra fe es entrar en el reino de los cielos, es decir, ser salvos.
Incluso cuando enfrentamos varias pruebas y dificultades en esta tierra, si tenemos esperanza en el cielo, podemos superarlas todas.

Así como la vida de la física con una meta es hermosa, la vida de fe con una meta es aún más hermosa.
Cuando tienes un objetivo puedes superar las dificultades y ser paciente.
Vivamos una vida de fe mientras miramos la recompensa que Dios nos dará.

Nuestro objetivo es la vida eterna. Si tienes un objetivo, definitivamente puedes lograrlo. Busquemos a Dios que da vida eterna, creemos en Dios y sigamos Su palabra.