Algunas personas afirman: "¿No pueden ser salvos los que vivieron antes de que se predicara el evangelio? Entonces Dios no juzga con justicia".
Ese pensamiento es un argumento que no conoce el amor de Dios, quien echó su gloria celestial para salvarnos y vino a esta tierra y no dudó ni siquiera en sufrir en la cruz.
Un Dios amoroso no deja ni una sola alma privada de la oportunidad de salvación.

Dios ha abierto un camino para que aquellos que no han dado el oportunidad que pueden escuchar el evangelio en esta tierra escuchen la verdad para que puedan ser salvos incluso después de su muerte.

1Pe. 3:18~20 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para
llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivifacado en espíritu;
en el cual también fue y predicó a los espírisus encarcelados,
los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los
días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron
salvadas por agua.

A través de estas palabras, podemos ver que Jesús predicó el evangelio a las almas encarceladas después de su muerte en la cruz.
En otras palabras, hay una manera para que aquellos que han muerto no pudieron escuchar el evangelio de Cristo sean salvos.