Dios vino a salvar en cuerpo a sus pueblos. Ellos estaban destinados a morir por sus pecados. Por eso, él quiso darles el perdón de pecados. Sin embargo, no podían conocerlo por no tener ojos espirituales. En otras palabras, ellos fueron ciegos espirituales, de modo que lo rechazaron.

Jn. 9: 39 Dijo Jesús: para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿ Acaso nosotros somos también ciegos ? Jesús les repondió: S fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.

Jesús les consideró como ciegos a los que decían ; vemos. Físicamente ellos veían todos, pero no tenían ojos espirituales por los cuales pudieron conocer al Cristo. En cambio, el ciego desde su nacimiento recibió a Jesús y le dio gloria. Es decir, aunque él era ciego físico antes, después que fueran abiertos sus ojos, él tenía ojos espirituales, de modo que le recibió a Jesucristo.
Lo que pasó en aquel entonces pasa en esta época.

Ap. 22:17 y el Espíritu y la Esposa dicen ven, y el que oye, diga, Ven.... tome del agua de la vida gratuitamente.

El Espíritu y la Esposa son salvadores en esta época. El Espíritu es Dios Padre y la Esposa es Dios Madre. Ellos han venido en cuerpo y nos dan el agua de la vida. Por lo tanto, tenemos que tener los ojos espirituales a fin de que los recibamos y seamos salvos. Ellos moran en Sion donde se celebran las fiestas solemnes del nuevo pacto.