En el camino del desierto de la fe hay dificultades y persecuciones. Pero, estas no son incomparables con la gloria del reino de los cielos.

Ap. 21:4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor porque las primeras cosas pasaron.

Aquí dice que no hay llanto ni clamor ni muerte en el cielo. Estamos sufriendo en la agonia de la muerte en este mundo. Pero, los santos entrarán en el reino de los cielos donde no hay muerte.

1Co. 2:9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Hay muchas cosas bellas con las que la gente se emociona y alegra. Pero, en el cielo hay las cosas hermosas que la gente no vio ni imagina. Dios las ha preparado para sus hijos.

Ro. 8: 16 ~ El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Aunque hayan persecuciones y dificultades en el camino de la fe, no son comparables con la gloria venidera que ha de manifestarse. Así, la gloria del reino de los cielos es brillante y gloriosa. Esta bendición es dada a los hijos espirituales que creen en Dios Padre y Dios Madre que son salvadores en esta época.