Hoy en día, muchos desastres están ocurriendo en el mundo.
La época en la que vivimos es un tiempo de profecía que requiere la protección de Dios.
Dios es nuestro pastor y nuestro Salvador.
El único ser en el que podemos confiar y depender es Dios.

Sal. 91:1-11  El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos.

La Biblia dice que el desastre no se acercará a nosotros porque Dios nos guiará y protegerá en todos nuestros caminos.
Nosotros, que vivimos en la época del Espíritu Santo, debemos buscar a Dios, el Salvador de esta época, que nos protege de los desastres.

Ap. 22:17  Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

Los Salvadores en la época del Espíritu Santo son Dios Padre y Dios Madre, que son el Espíritu y la Esposa que nos dan el agua de la vida.
El Señor Ahnsahnghong que es Jesús en su segunda venida y Dios Madre son los Salvadores de esta época que nos protegen de los desastres y nos guían al cielo a través de la Pascua.