La tierra es el hogar del cuerpo en el que nacimos y crecimos.
Entonces, ¿dónde está nuestra casa del alma?
En el libro de Génesis, el padre de la fe, Jacob, dijo que su vida fue un viaje de un extraño.

Génesis 47:8-9 Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación.

Dijo que todo el período en que nació y vivió fueron los años de un extraño.

En Hebreos 11, se dice que nuestra forma de vida es la de los extranjeros y los extraños.
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El hecho de que vivamos como extranjeros y forasteros en esta tierra significa que esta tierra no es nuestra patria.

En otras palabras, el hogar de nuestro cuerpo es esta tierra, pero el hogar de nuestra alma no es esta tierra.
¿Dónde está nuestra ciudad natal?

Hebreos 11:15-16 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.


El hogar de nuestras almas que debemos anhelar es el cielo.  Esa patria gloriosa no es un lugar al que pueda volver cualquiera, sino sólo aquellos que se esfuerzan por volver a la patria de donde salieron, es decir, pensando en el cielo.

Agradecemos a Dios Ahnsahnghong y a la Madre Celestial por mostrarnos que nuestra patria es el reino de los cielos y por mostrarnos el camino de regreso.