Nuestro mayor tesoro es el Padre y la Madre celestiales.
Damos gracias y gloria al Padre y a la Madre celestiales por su salvación y amor, que no se puede cambiar por nada en este mundo.

De verdad doy gracias a Dios por valorarnos a los pecadores, perdonarnos nuestros pecados y darnos la vida eterna. Caminemos por el camino de la fe, pensando en Dios y en su Palabra, que son más preciosas que los tesoros de oro y plata.

Toda mi bendición es la gracia de Dios. Padre nos ha guiado por el camino correcto y Madre nos enseña con su gran amor. Dios ha sido una piedra para los gentiles peropara nosotros es la joya más preciosa del universo.

Reconocer a Cristo es una bendición de Dios. Dios nos permitió la preciosa bendición de reconocer la gloria de Dios Elohim. Damos gracias al Padre Celestial ya la Madre Celestial por ser nuestro tesoro.

Todos tienen un tesoro que todos valoran.
Las personas quieren tener un tesoro, por lo que trabajan duro, invirtiendo todo su tiempo y esfuerzo durante toda su vida, pero no muchas personas obtienen todo lo que quieren.
Y algunos de los tesoros de este mundo pueden ser codiciados por ladrones, pueden perderse y algunos pierden valor con el tiempo.
La Biblia nos dice que el tesoro eterno es Cristo.
El cielo es como un tesoro escondido en un campo, y cuando lo encuentras, debes vender todo lo que tienes y comprar el campo para obtener el tesoro.
No debemos soltar el tesoro, Cristo, y aferrarnos a él hasta el final.

Nada en este mundo se puede comparar con nuestro precioso Dios. Hagámonos hijos que sólo se salvan obedeciendo la Palabra de Dios, que es nuestro tesoro.

Nuestro tesoro a quien debemos tener en nosotros mismos es Dios Padre y Dios Madre porque nos dan la vida eterna. Y cuando cumplamos sus mandamientos, seremos bendecidos y salvos.

Gracias por permitirme conocer al verdadero Dios.
Dios Padre y Dios Madre son mis mayores tesoros.
Y la enseñanza del amor de los padres celestiales es nuestra vida.
Siempre obedeceré las enseñanzas de Dios Padre y Dios Madre con gratitud.
Me convertiré en una hija de Dios que sigue a Dios Elohim hasta el final.

El tesoro celestial no se ve porque esta escondido como en el campo. Pero se puede encontrar por medio de la Biblia.

La Biblia compara nuestra relación con Dios con la de un árbol y sus ramas, enfatizando que no podemos hacer nada separados de Él(Jn. 15:1-5). Ya que Dios nos hace ramas injertadas en Él, lo más preciso, naturalmente nos asemejamos a la naturaleza de Dios. Así, llegaremos ser hijos precios en el reino de los cielos.