Dios vino en cuerpo a salvarnos. Él se llama Cristo. Los que lo conozcan podrán recibir la salvación. Por lo tanto, ellos son bienaventurados.

Jn.1:11~ A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Los cuales no son engendrados de sangre,ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Nadie puede conocer al Cristo, Dios encarnado, por la inteligencia y sabiduría de los hombres, sino de la voluntad del Dios. En otras palabras, podemos conocerlo por la gracia de Dios. Mucha gente trata de conocer al Cristo por su inteligencia y su entendimiento, de modo que falla de conocerlo y de recibirlo.

Mt.16:17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Mientras las demás personas no conocieron a Jesucristo, apóstol Pedro le conoció y confesó su fe en Jesús ,diciendo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Esto fue por la voluntad de Dios.

Fil.2:5~ Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse

Apóstol Pablo también le conoció a Jesús como Dios mismo. Esto no fue por su sabiduría, sino por la voluntad de Dios.
Ellos fueron bienaventurados porque conocieron al Cristo. Del mismo modo, lo que pasó en aquel entonces sucede en estos días. Según la profecía, el segundo Cristo y la Esposa han venido en cuerpo a salvarnos. Y nos llaman a fin de que tengamos la vida eterna. Los que les conozcan y reciban serán bienaventurados.